¿A DÓNDE PERTENECE DRÁCULA? ¿LOS CÁRPATOS, LONDRES...?
Buenos días,
Continúo completando el post anterior sobre la literatura del Romanticismo, esta vez con
DRÁCULA: LA LITERATURA COMO VECTOR CULTURAL DE LA UNIÓN
Después de analizar diferentes obras del Romanticismo europeo, todos analizamos, siguiendo los elementos de la narración estudiados en la materia de Lengua Castellana y Literatura, el fragmento número 3 de los textos románticos dados, perteneciente a Drácula y, posteriormente, visionamos unas secuencias de Drácula de Bram Stoker.
Drácula trasciende los límites del país que lo vio nacer. Su autor, Bram Stoker, nació en Irlanda, vivió en Reino Unido e hizo nacer a uno de los seres monstruosos más conocidos, el Vampiro, en la actual Rumanía, inspirándose en la figura real de «Vlad el Empalador» (en rumano: Vlad Țepeș).
La criatura, el Conde Drácula, recorre desde los Montes Cárpatos de Transilvania hasta Londres; un joven abogado inglés (Jonathan Harker) viaja desde esta región húngara hasta la costa este de Inglaterra; e incluso aparece el doctor van Helsing, un médico holandés, y todos viajan por los Dardanelos, Londres o Budapest.
¿De dónde es, entonces, este clásico que recorre la geografía europea? No puede ser más que un exponente del Romanticismo europeo.
A continuación os dejamos el modelo de análisis que hicimos a partir del texto del Romanticismo irlandés:
ANÁLISIS DEL TEXTO 3
DRÁCULA
Fragmento epistolar (subgénero narrativo) donde la voz narradora en 1ª persona es Van Helsing ("la hermosa joven se arrodilló y se inclinó sobre mí"), doctor
audaz, dotado de una gran intuición y una inteligencia portentosa que
acaba de descubrir que la enfermedad de Lucy no es sino que ha sido
mordida por Drácula. la caracterización del personaje-narrador pasa por
esa mezcla de creencia en lo sobrenatural a la vez que lo científico,
como cuando dice "no hay duda de que existen los vampiros; algunos de nosotros tenemos evidencias de ello" o como cuando señala "no habría creído hasta que los hechos golpeaban en mi oído: ¡Míralo! ¡Lo probamos! ¡Lo estamos probando! "
La
focalización es interna puesto que, a parte de narrador, se trata de un
personaje de la novela. Al ser novela epistolar, la intriga se sustenta
mejor en esta técnica narrativa según la cual conocemos los
acontecimientos a la vez que sus propios personajes los protagonizan: "cómo podríamos comenzar nuestra liucha para destruirle? ".
Aunque narrado por distintos personajes -que se intercambian cartas-, el auténtico protagonista de la novela es el conde Drácula. De él ofrece Van Helsing, en este fragmento, un formidable retrato, para el que no duda en hacer uso de símiles (no muere como la abeja que ha punzado una vez...), metáforas que destacan su carácter animal (es una bestia..), hipérboles que acentúan su poder (su astucia es muy superior a la de los mortales...) y, cómo no, antítesis que denotan esa condición de ser entre la vida y la muerte (excitante y repulsiva, vida o muerte, en los cuerpos y en las almas...), rozando continuamente la paradoja a través de esa dualidad: se nos cerrarían para siempre las puertas del cielo.
La
adjetivación profusa y retórica, característica de este periodo
literario, va en consonancia con la pintura que aquí se hace del
momento, el lugar y las circunstancias (repulsivo, muertos, ...), así como abundan los elementos demoníacos o agrestes (ratas, lechuzas, murciélagos, bestias, ...). Tal y como se espera de un relato de esta época, los hechos suceden de noche (pude ver a la luz de la luna...) y en un paisaje poco armonioso (tormenta, niebla, trueno...) .
El
tono retórico, sobradamente figurado y altisonante del Romanticismo se
deja ver en este pasaje en la gran cantidad de símiles (casi enumeración
de elementos para decsribir a Drácula) y de interrogativas retóricas,
que rompen la entonación enunciativa propia del relato tradicional (¿Cómo podemos decsubrir donde está? ¿Podemos abandonar? .
El protagonista de facto, Drácula, pasa por ser paradigma del Romanticismo: ser huidizo (¿Cómo podemos descubrir dónde está?),
noctámbulo, audaz, poderoso, superior, que juega con la propia muerte y
vive al margen de los convencionalismos sociales, tanto que se
convierte en una amenaza para los demás (¿Cómo podríamos comenzar nuestra lucha para destruirle?"), al
igual que sus homónimos Fausto, Frankestein, Dr. Jekylll o los
españoles estudiante de Salamanca, Tenorio, D. Álvaro, el pirata o el
reo de muerte de Espronceda o los monjes fantasmagóricos que cantan bajo
la luna de Bécquer.
El hombre romántico está en pugna con el mundo (aquí personalizados en Van Helsing vs Drácula: estamos frente a frente con nuestro deber),
y esa liberación suma del hombre romántico no llegará sino con la
muerte. Por ello, de esa búsqueda del propio ser, de la propia
identidad, y de la completa libertad se derivará que Drácula habite en
los cementerios, en las ataúdes, en alta mar, en connivencia siempre con
la propia muerte.
Romántico
el protagonista (insatisfecho, apático, que se vuelve dañino para la
sociedad convencional), romántico el escenario (un castillo húngaro, un
cementerio) y románticos el lenguaje y el contenido (el mundo o yo), no
queda sino que el pasaje pertenezca a un texto de este movimiento
cultural de la primera mitad del XIX del que todavía hoy somos hijos.
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